miércoles, 13 de abril de 2011

313 - La educación y los sordos

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Hoy quiero hablar del tema de la Educación en general, aunque con un objetivo claramente definido.

Quiero expresar que lo de hoy va dirigido concretamente a padres de niños sordos en un esfuerzo por situar el punto de vista de las personas sordas que han superado, con esfuerzo y pundonor, la barrera de la comunicación que obstaculizaba el logro de una educación superior.

Soy sordo profundo, no oigo absolutamente nada, pero me he esforzado en leer los labios para adentrarme en el sistema y adecuarme a la sociedad contemporánea.

Es verdad que he encontrado, a lo largo de mi vida, innumerables problemas derivados de la incomprensión de una parte de la sociedad que veian, en aquellos tiempos, a la persona sorda como algo de difícil integración social.

Hoy en día, ese concepto, que tiene de los sordos la sociedad actual, tiende a desaparecer aunque aún existen algunos que no piensan así, y la capacidad de los sordos queda, poco a poco, más que demostrada.

No hablo de aquellos sordos que los son en edad tardía, por accidente, enfermedad o senilidad, ya que esta clase de sordos han tenido su oportunidad, al oir antes, de recibir una educación más completa, tantos sea formal, informal o no formal. Otra cosa es el nivel alcanzado dentro de esa misma educación recibida.

Hablo de los sordos que lo son de nacimiento o por aquirir la sordera durante la etapa infantil y que por lo tanto no han tenido la oportunidad de aprender a través de la comunicación oral.

Existen razones, más que confirmadas, en que la mayoría de los sordos actuales, que ya pasaron la mediana edad, tienen un tipo de educación cercenada con la que han ido viviendo en un “mundo cerrado”, alejados casi totalmente de la sociedad en general y manteniendo la postura, generalizada entre ellos, de no aceptar la integración.

Respetamos esa postura porque ya no es posible hacer algo beneficioso para ellos. Si tan felices se encuentran en su limitado “ghetto”… allá ellos.

Esa postura tan radical, respecto a la sociedad en general, ha estado fomentada de manera directa o indirecta, en la mayoría de los casos, por la propia familia de los sordos a los que nos referimos.

La mayoría de familiares de sordos (padres, hermanos, hijos, etc.) han visto, y siguen viendo, en el sordo a un ser con problemas de difícil salida, más aún en el ámbito rural y ello ha conllevado que una muy amplia mayoría de sordos, de mediana edad en adelante, carezcan de estudios básicos y no sepan entender correctamente una frase, tanto escrita como hablada.

Ahora voy a explicar un poco de historia.

Después de la guerra española (1936-1939), el régimen franquista concluyó que los sordos eran subnormales y que no podían integrarse en la sociedad como los demás ciudadanos.
Este paternalismo ignorante hizo emerger una serie de escuelas regidas por religiosas (monjas) que acogían a los niños sordos y los convertían en sordomudos.
Estas monjas no eran profesionales de la educación ni de ninguna otra rama y crearon su propio sistema de enseñar a los sordomudos, basado en la mayoría de las asignaturas en temas religiosos.
Utilizaban a los alumnos/as para que hicieran las tareas que correspondían a criados y les hacían perder mucho tiempo sin enseñarles nada, salvo los temas religiosos.
Pasaban el tiempo entre oraciones y enseñanzas rudimentarias y cuando los sordos salían definitivamente del colegio a los 14 años…
Escribían y siguen escribiendo todos con el mismo patrón y de una manera bastante precaria. Algunos salieron sin saber leer ni escribir, en el sentido de interpretar la lectura.
Más adelante se crearon escuelas de educación especial para sordos, en la que la mayoría de los alumnos aprendían a hablar y a escribir de manera básica sin alcanzar mayores cotas de aprendizaje, como no fuera en artes y oficios básicos (carpintería, sastrería, albañilería, etc.).
Con el “boom” de la democracia, y ya bastante arraigada ésta, comenzaron a crearse centros de integración en los que incluían a los alumnos sordos con otros de diversas minusvalías.
Hoy en día, sigue existiendo un mal concepto de la enseñanza aunque existen algunos centros en los que los alumnos sordos están totalmente integrados con los oyentes, pero con el hándicap de que la lengua de señas es su principal medio comunicativo.

Es cierto que las expectativas de la educación, de los sordos, va mejorando día a día, pero con la intromisión de familiares y de otras personas en la vida de los sordos, condicionan a éstos para que sigan estando limitados en su desarrollo, al tomar la iniciativa esos familiares y otras personas, relegando al sordo.

Sin que duela prendas, declaro que la mayoría de familiares y otras personas, que dicen colaborar desinteresadamente con los sordos, solo lo hacen para tener un medio de sacar dinero a través de los mismos y encima consideran que, con su actuación, compensan al sordo en todos los niveles de “su” vida.

Uno de los problemas de fácil solución es aquel en que los familiares y otras personas oyentes, que entran en el mundo de los sordos, toman la iniciativa en las decisiones conjuntas (a veces sin informar a los propios sordos) y se convierten en mentores y representantes de los mismos sin ser auténticamente profesionales y que creen que con su endocultura pueden encontrar solución a los problemas de los sordos…

La solución al anterior párrafo está en que las autoridades responsables del tema educativo, laboral y social de las personas sordas, prohíban la participación de personas no preparadas profesionalmente y sin títulos oficiales. En el mismo sentido de que uno no puede ejercer de médico sin el correspondiente título.
Solamente pido a los padres de niños sordos, en edad escolar, que se atengan seriamente para inculcarles los valores que el Ministerio de Educación ofrece a todos los ciudadanos, SOLO ESTO, y no aceptar condicionantes educativos ni sociales no homologados oficialmente.

Hoy en día existen muchas personas oyentes que se introducen en el ámbito de las personas sordas (hasta en su vida privada) sin ser profesionales cualificados debidamente.

La mayoría de esas personas vienen de hacer cursos de lengua de señas impartidos por personas sordas, carentes de estudios, que no tienen ninguna idea del sistema educativo y con ello realizan clases con tantas limitaciones como su incapacidad de escritura y lectura.

Esta clase de personas ven al sordo como un ser inferior, un receptor de señales inanes, de fácil transmisión con lo que creen tener su deber cumplido. Se erigen en mentores, no solicitados, de los sordos. Imponen su propia opinión, tapando la del sordo y haciéndole creer que tiene razón por ser oyente.

Todo eso sin ser profesional de ninguna rama y con estudios, casi todas esas personas, que no superan la secundaria.

Esas personas oyentes (familiares y/o amigos de los sordos) llegan a ejercer un control total en las entidades representativas de los sordos disfrazadas con el uniforme de la inocente colaboración desinteresada. En realidad buscan oportunidades para ganar dinero fácil.
Un ejemplo muy reciente:

Una Fundación, creada por empresas, hizo una convocatoria para ayudar económicamente a nuevos empresarios emprendedores.

La primera condición que impusieron era que en esa convocatoria solo podían estar personas sordas, a ls que iban dirigidas expresamente las ayudas.

No aceptaban personas oyentes ni representantes de sordos.

Sin embargo, una persona oyente, que dijo ser representante de una asociación catalana, consiguió colarse en la convocatoria y llevó casi toda la atención con sus preguntas… los dirigentes de la Fundación le respondieron: que esta convocatoria estaba dirigida solamente a las personas sordas y que ella no pintaba nada allí…

Tiempo después, pregunté a un sordo, miembro de la asociación que dijo ser representante esa persona oyente, si sabía algo de la convocatoria de ayudas para empresarios sordos… se quedó totalmente atónito, nadie le había hablado de ese tema.

Este es un ejemplo demasiado claro del comportamiento de quienes dicen colaborar “desinteresadamente” con los sordos.

Colaboración, eso sí, con la palma de la mano hacia arriba en espera de la correspondiente compensación económica, y sin ser profesional ni estar colegiada en ningún Colegio Oficial (Como Colegio de Médicos, Colegio de Arquitectos, Colegio de Periodistas, etc.) y con rudimentarios conocimientos educativos que no sirven para nada.
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