El Parlament balear abrió ayer sus escaños a un grupo de discapacitados físicos y mentales que no dudaron en reprochar a los políticos lo abandonados que se sienten. La Ley de Dependencia, dicen, ha supuesto "poco más que nada"
Por Vanessa Sánchez. Palma.
La pequeña Rocío llegó a sus vidas hace casi tres años. Una niña en apariencia sana hasta que se le diagnosticó, no sin mucho esfuerzo, una alteración en un cromosoma que le impedía desarrollarse con normalidad. "Hace seis meses no caminaba y apenas sabía decir papá y mamá", recuerda Estíbaliz Llanos. Hoy es una pequeña feliz que aún desconoce que tendrá que luchar mucho para alcanzar unos derechos que, aunque respaldados por la Constitución, no parecen tan garantizados.
La historia de Rocío y de sus padres fue una de las que ayer se pudo escuchar en el Parlament balear con motivo de la celebración del Día Internacional de las Personas con Discapacidad. Durante poco más de una hora, la presidenta de la Cámara autonómica, Maria Antònia Munar, escuchó las quejas, sugerencias y peticiones de cerca de una veintena de asociaciones y entidades que reclaman una mayor implicación de los gobernantes ya que, en palabras del presidente de la Unión de Asociaciones y Centros de Minusválidos de Balears (UNAC), Manuel Zafra, "ha sido una decepción enorme tener una Ley de Dependencia que ha supuesto poco más que nada. No sirve legislar y aprobar si después no se aplica lo alcanzado", subrayó.
Fue una sesión plenaria llena de emociones, de problemas particulares y de mucho sentido del humor. Beatriz Gómez, venida desde Menorca, contó su sueño de convertirse en cocinera. "Gracias a la integración educativa he podido estudiar, conocer a muchos compañeros y salir adelante". A su lado, Javier Blai, maestro, incidía en la necesidad de apostar por la educación inclusiva. "Es cierto que hemos avanzado y que en poco tiempo se ha pasado del cero al ochenta por ciento de jóvenes con discapacidad matriculados en diferentes colegios. Pero hace falta más. Una sociedad plural y culta necesita irremediablemente valorar este colectivo". Al afán de superación se refirió Cristina Robles, psicóloga de la ONCE, cuando señaló la importancia de la complicidad con los empresarios. "Son personas que siempre están dispuestas a aprender y a dar más de sí misma que otras. Eso es un valor añadido a tener en cuenta".
Visiblemente emocionada habló ante la sala del plenario Maria Bonet, madre de Ruth, una joven que sufre parálisis cerebral y que necesita atención constantemente. "¿Quién se acuerda del cuidador? Nuestros hijos crecen y siguen siendo dependientes; nosotros nos hacemos mayores y no tenemos las mismas fuerzas. Necesitamos espacios para respirar, para poder disfrutar un poco de nuestra vida". Magdalena Vadell, presidenta de la Asociación de Sordos de las islas atacó directamente al bilingüismo. "La lengua de signos se aprende en castellano, así que no sirve de nada que subtitulen en catalán, es otra forma de exclusión". La falta de intérpretes –sólo hay 4 especialistas por 2.623 personas sordas–, fue otro de los llamativos datos que ayer se pudieron conocer.
Tras la intervención, muy aplaudida, de Elbio Neri y Daniel Horrach, dos jóvenes autistas que han cumplido su sueño –"somos bastantes populares en la Universitat–, llegó el turno de las promesas. Fue Fina Santiago, la consellera de Affers Socials, Promoció i Inmigració, la que explicó que durante el primer trimestre del próximo 2010 se publicará el decreto de atención primaria para garantizar el correcto trato a estas personas; además se aprobará un decreto de mínimos que vele por la calidad de la atención a los discapacitados y se revisará la forma de conceder las ayudas económicas para que sean compatibles con otras subvenciones.
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