Un niño paga los efectos del acoso social después de que la justicia condenase a su madre a separarse de él por pegarle.
Si el fallo judicial que ha condenado a una madre a estar más de un año alejada de su hijo por haberle reprendido a golpes por no hacer los deberes perseguía la protección del menor, el efecto conseguido, de momento, ha sido el contrario. El impacto social de esta polémica medida ha convertido la vivienda de María del Saliente y a todo el pueblo de Pozo Alcón (Jaén) en un plató mediático. Algo que está pasando factura a sus dos hijos, especialmente a David, el que sufrió la ya famosa bofetada castigada dos años después con una pena calificada por algunos como desproporcionada.
En el pueblo de la familia se han recogido 2.000 firmas contra el fallo
Aunque la sentencia tardará en ejecutarse por los recursos planteados por la fiscalía y la defensa de la madre, familiares y educadores alertan sobre las repercusiones de este acoso social para la formación de David, convertido en la estrella de su colegio. "Se sabe protagonista y se siente el rey del mambo, pero eso no le va a beneficiar", advierte María Ángeles Sánchez, la directora del centro donde el niño cursa 6º de Primaria. Del colegio Nuestra Señora de los Dolores salió una de las pruebas en las que el fiscal basó su acusación: unas supuestas palabras del tutor indicando que el alumno sufría los golpes de su madre de forma continua, algo que el docente negó durante el juicio.
David, un rubio travieso y rebelde de 12 años, tenía ya de por sí poco apego a los estudios, pero ahora su mente está si cabe más centrada en otras cuestiones, por ejemplo, que no alejen a su madre de él. "No quiero que se la lleven, la quiero mucho", recalca el menor mientras se funde en un abrazo con ella. Tanto los padres de David como los profesores creen que el menor va a tener que recibir tratamiento psicológico para ayudarle a manejar esta situación.
Si los recursos no lo remedian, María, sorda de 37 años, tendrá que estar 410 días sin poder ver a su hijo. "Como me lo quiten me voy a volver loca, dónde me voy a ir yo, qué será de mi familia", exclama con muchisima dificultad. Su caso ha abierto un profundo debate social sobre la eficacia del ordenamiento jurídico. Sobre todo en el caso del alejamiento, algo que muchos consideran negativo en casos como éste. Una mañana de octubre de 2006 a María se le fue la mano al reprender a su hijo por no haber hecho los deberes. El niño le respondió tirándole una zapatilla y encerrándose en el baño. Faltaban apenas unos minutos para ir al colegio y María, presa de los nervios, logró abrir la puerta, cogió del cuello al pequeño y le dio un tortazo por detrás de la cabeza, lo que hizo que se golpeara con la nariz en el lavabo y empezara a sangrar. Cuando llegó al colegio, su maestro vio los restos de sangre y un moratón en el cuello, por lo que le llevaron al centro de salud. Allí, los médicos remitieron el parte médico al juzgado, como dicta el protocolo.
María fue juzgada el pasado 24 de noviembre acusada de malos tratos. En la sentencia, la magistrada María Fernanda García se pregunta si la actitud de la madre tendría cabida en el derecho de corrección de los padres a los hijos y si eso puede ser una causa exonerada de responsabilidad en caso de maltrato. Ello, a pesar de que, desde diciembre de 2007, el derecho de corrección fue suprimido por los requerimientos del Comité de los Derechos del Niño.
En cualquier caso, "una agresión física como la cometida aquí, dos actos de agresión de cierta intensidad que produjeron lesiones, no puede considerarse comprendida dentro de los conceptos de razonabilidad y moderación establecidos en la legislación civil y, por supuesto, no implican el respeto a la integridad física y psíquica de sus hijos que los padres deben tener en el ejercicio de la patria potestad", dice la sentencia. Además, la reforma del Código Penal elevó a la categoría de delito lo que antes era una falta de maltrato cuando los sujetos son miembros de la unidad familiar.
La decisión de la juez cayó como un rayo en la humilde casa donde vive con su marido, también sordo, sus dos hijos y su madre, enferma de alzhéimer. "Llevamos muchos días sin poder dormir y sin apetito. Mi mujer está todo el día llorando y no entiende por qué se le castiga así", comenta el padre, José Domingo.
"Es una barbaridad, quién no ha dado un cachete alguna vez a su hijo. Se está sentando un precedente muy malo para poder corregir a los menores. Da la sensación de que María ha sido la cabeza de turco", señala Gregoria Moreno, comerciante de Pozo Alcón. La indignación en este municipio jiennense es tal que ya se han recogido más de 2.000 firmas exigiendo que no se ejecute la sentencia.
Fuente: El País
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